GORDO PELOTA

Para aquellos que les gustan las buenas historias, sean en las salas del cine, en las páginas de un libro o en las capturas espontáneas de Instagram, saben bien que además del conflicto y la trama de los personajes, hay otra cosa que atrapa. Es un detalle que llama la atención de entrada. O más bien, es una suma de detalles.  

Estoy hablando de la atmósfera, de los escenarios, del diseño de un afiche que aparece escondido en una toma. También estoy hablando de la actitud de los personajes, de su ropa, de su peinado, de todo aquello que le da credibilidad y que le aporta un aire distinto a la composición de las imágenes que consumimos. Ahí hay un valor, un laburo. Piensen en los antros turbios de Star Wars. Piensen en los exóticos videos de M.I.A.  Piensen en la estética oscuramente cuidada de Die Antwoord.

De esto, hace tiempo atrás habló el escritor y guionista Robert McKee, el mismo autor que escribió “El Guión”. Y si, se trata del mismísimo personaje del que se burlan en el Ladrón de Orquídeas (por si alguien no la vio, en la peli lo retratan como un chanta medio insoportable que se las sabía todas a la hora de contar una historia).  

Alguien que también entiende de esto es Martín Aka. Gordo Pelota. No lo supo gracias al libro de Mckee, pero sí gracias a una profesora suya de la universidad de cine. Ella le dijo algo muy simple que le quedó grabado: “Martín, si vas a contar una historia, hacelo de algo que ya conocés, no inventes una historia de cero”, le dijo en aquél entonces.  El mensaje fue sencillo. Directo. Y perduró en el tiempo.

Martín, que ya no estudia más cine (dejó la carrera) y que encaró su energía creativa en el street art (previo paso por el diseño gráfico), recordó lo que le dijo su profesora. Fue así que luego de pasar años escribiendo tags por callejones de la ciudad, comenzó a encarar lo que luego serían sus actuales murales.

Se tratan de escenas que bien podrían salir de una mezcla de películas como Pizza Birra y Faso, Happy Together y Luna de Avellaneda. Son momentos cotidianos. Con un hilo conductor detrás: la pelota, el fútbol, los amigos, las amigas, el club del barrio  y todo lo que rodea a ese momento de paz y tranquilidad. Porque en buenos casos el fútbol cumple una función social. La de alejar la mente por unas horas de la señora oficina. O la de alejar la lógica de los alquileres que se deposita en los vestuarios. Y Martin lo sabe. Él es uno más. Pisa la pelota. Se junta con sus amigos. Escucha de qué hablan los señores que juegan a las cartas en el mismo club en donde religiosamente asiste todos los martes y/o jueves.  Y cada tanto contempla todo lo que sucede a su alrededor. Y como no podía ser de otro modo, también comparte sus observaciones con los demás.

Su trabajo, de estilo expresivo y sumamente original, suele verse en algunas esquinas de la ciudad y provincia de Buenos Aires. También se estampa a metros de algunas canchas porteñas. Y acá no hay mucha diferencia. Desde las más importantes hasta la más humildes llaman su atención. Desde la turística “Bombonera” hasta las paredes del club Victoria.  En esas locaciones se suelen montar sus composiciones, siempre coloridas, siempre alegres y en muchos casos, con una apropiación de símbolos iconográficos de la publicidad, que a veces nos recuerdan a las fotos de Marcos López.

A nosotros sus pintadas nos llamaron la atención de entrada. Hay algo en su trazo, en los colores que usa y en el mundo que trabaja que nos resultó una bocanada de aire fresco. Tal vez sea que desde Joia Magazine ya se dieron cuenta de su potencial como artista. Tal vez sea que como pocos, Martín supo registrar y aportar un perfume distinto a ese mundo que todos conocemos por dentro.

Cuando charlamos con él nos dimos cuenta que está conforme y orgulloso con el resultado de su trabajo. Nos habló de nuevas exhibiciones en Barcelona, de nuevas pintadas, de algunas referencias que sin saber fueron dando forma a sus ilustraciones y pinturas. Pero también nos dimos cuenta de que su viaje recién comienza. Que todavía tiene mucho para pulir. Y que la observación, la mirada y la paciencia para transmitir todo eso que respira en su hábitat natural son factores claves en su estilo. Sin más los dejamos con sus pintadas. Abrazo de gol.


Imágenes cortesía de Gordo Pelota
Nota por Juan Pablo Andrade​

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