PIANOS GIGANTES, SONRISAS MACABRAS, ARMAS DE CERÁMICA, BANDERAS INEXISTENTES. ¿QUIÉN ES JORGE POMAR? ¿QUÉ HACE? ¿CÓMO PIENSA? ¿QUÉ ANDA TRAMANDO?
Tomé coraje y me sumergí en la difícil tarea de entrevistar a un amigo que quiero mucho y artista que retumba en mis elucubraciones más retorcidas, corriendo el riesgo de perder la imparcialidad. Pero con un objetivo claro: estrujar su comodidad y que me deje brincar en su imaginario.
Con preguntas formuladas en Marzo y respondidas en Octubre, acá el resultado de un letargo viral de este Artista marcado por la cultura raver, el capitalismo felicista insoportable, el graffiti y el formalismo que pivotea entre el mundo editorial, la calle, las galerías y los aviones. Un individuo que inventa motivos para estar con otros individuos.
Sin mucha vuelta y bien compacto: avatar/pseudónimo/aka, edad, formación, lugar de nacimiento, lugar de residencia, cómo preferís nombrarte y años de actividad como eso que preferís nombrarte.
Hola. Mi nombre es Jorge Pomar. Nací en Buenos Aires un sábado a la noche en 1987. Soy de Tauro, me gusta más el postre que el plato principal y bailar hasta las mil. Tiendo a empezar un dibujo y no terminarlo así como muchos libros. Soy lento, disperso e insistente. Colecciono cartas de Joker, flyers de fiestas, libros y fanzines.
Desde el 2015 estudio con Diana Aisenberg y fui seleccionado para el programa de arte de CIA en 2018. Participé en distintos talleres de artistas como Diego Bianchi, Espacio ABELE con Carla Barbero y Javier Villa, Alberto Goldenstein, Guillermo Ueno, Dolores Casares, Jorge Gonzáles Perrin, Mariano Sapia, Oscar Smoje y Martin Reyna.
Me formé de manera autodidacta gracias al graffiti y la cultura rave a comienzos de la década del 2000. Empecé a pintar paredes en Buenos Aires y periferias con una fuerte influencia de tradición neoyorquina de los ´70. Con el tiempo fui transformando y ampliando mi práctica, sin nunca olvidar mi origen, el cual respeto y mantengo activo. De hecho, es una de las cosas que más me calientan porque me presenta distintos desafíos donde la acción, la curiosidad y la atención juegan un rol clave. Pintar en la calle es una línea de fuga, una auto-invitación para perder el tiempo y la energía, una excusa para encontrarme con otrxs y llevar mi cuerpo a lugares a los que nunca iría.
Conozco bien de cerca tu trabajo, pero para lxs que no, contános entre qué disciplinas te movés y si hubiera algún marco (teórico, formal, generacional, político, etc) con el que te referenciás, ¿cuál es o cuáles y por qué?
Un marco posible podría ser DIY. Me atrae el cruce de lenguajes, la mezcla de materiales, formatos, soportes y el desarrollo de un cuerpo de obra deforme. En el espacio público me interesa la pintura. En el taller trabajo con cerámica, textiles y collage. En la pantalla diseño, escribo y trabajo con foto y video. Hace seis años empecé a explorar la autoedición. Pero yendo al grano de la pregunta, donde más me conecto es con la pintura sobre grandes formatos, como una medianera de edificio. Este tipo de proyectos demandan una gran cantidad de energía y un despliegue logístico y estratégico donde el trabajo en equipo también cumple un rol clave. La colaboración y, en muchos casos la producción de obras en conjunto, es una pata fundamental de mi práctica.
Por otro lado, desde el 2012 vivo y trabajo en una casa-taller que bauticé Casa Omar, un espacio de talleres, muestras y fiestas. Organicé residencias, presentaciones de libros, rodajes y open-studios, siempre en colaboración. Por ejemplo, la fiesta Hogar es un proyecto que se gestó tanto aquí como en livings y terrazas de amigxs. Este afán de diversión y comunión derivó en la creación de la V.V.C.E., una agencia informal de disc-jockeys, artistas y productores fiel a géneros de matriz negra como Disco y House. Pienso la fiesta como una gran obra, un territorio con pluralidad de actorxs y capas de sentido. La celebración es otra de las piezas clave en la formación de mi línea de pensamiento, un espacio habilitador donde la colaboración, la autogestión y la re-unión son elementos protagonistas.
Una pregunta obligada pero sabrosa para hacerte. Teniendo en tu genética artística gran porción de ADN del graffiti, cómo ha sido ese transitar la calle desde un modo de producción como lo era para vos hace 10 años atrás y ahora? Independientemente de los resultados formales, quisiera que nos cuentes más sobre las poéticas y las decisiones éticas de este camino; ¿Qué marcó, que cambió, qué se impregnó en la carne como irrevocable?
¡Que buena pregunta! Me lleva directo a pensar en la constante negociación entre el mundo del arte puertas adentro y el mundo del arte puertas afuera. Creo que una parte de la fricción pasa por habitar contextos diferentes y por ende me surgen muchas preguntas. ¿Cómo visibilizar las tradiciones y prácticas que acontecen en la calle dentro de una galería, museo o institución? ¿Cómo sería el proceso inverso? ¿De qué modo se actualiza la lectura de la etiqueta “arte urbano” hoy que los museos y galerías están imposibilitados de recibir un caudal de personas y los proyectos salen a exhibirse puertas afuera? ¿Cómo absorben y procesan hoy en el 2020 los agentes del mundo del arte institucional el trabajo de los artistas que operamos en ambos espacios?
Esta es una discusión que venimos pensando y dialogando lxs que circulamos entre los dos ámbitos y desde mi punto de vista logrando muchos avances. Claramente, no es hacer dentro de una galería lo mismo que hacemos en la calle. En esa relocalización no creo que haya mucho interés, es un copiar/pegar vacío. Entonces, dado que los cruces existen y con mayor frecuencia, ¿de qué manera podemos repensar las prácticas y los contextos en todos sus aspectos: político, social, histórico, arquitectónico, educativo?
Punto y aparte, pienso que vale aclarar que una confusa interpretación se instaló entre las etiquetas que se replican mecánicamente en muchos discursos de las comunidades artísticas – y también las no artísticas – en relación a lo que es un mural, lo que es una firma, lo que es un papel pegado en la pared, lo que es pixaçao, lo que es graffiti, lo que es vandalismo o lo que es street-art. Pienso que este último es el slogan que los medios masivos encontraron para absorber, procesar, estrujar y meter todo en la misma bolsa. Pero no es todo lo mismo, por más que la piel externa de la ciudad sea el soporte transversal. Cada práctica tiene sus propios códigos, historias y tradiciones. Podemos cruzar un puente directo entre el movimiento de New York de comienzos de los ´70 con la cultura Hobo de la costa Oeste de Estados Unidos de finales del siglo XIX. Y si vamos más atrás, al caso de Josef Kyselak. Y si vamos más atrás aún, a los graffitis de Pompeya. Y si vamos a un punto de origen arcaico, a las pinturas de las cuevas de Lascaux. Pintar, dibujar, escribir, marcar, rayar, firmar, taguear, dejar rastro – no habría un verbo 100% adecuado – sobre paredes es algo más que pigmento sobre roca. Es una pulsión humana, visceral y primitiva.
Las decisiones que tomé para torcer mi práctica y encarar un camino tangente fuera del nicho graffiti, un modo para hacer pie en un mar de respuestas tan disímiles a tantas preguntas, se relacionan con repensar morfológica y poéticamente mi práctica, que básicamente eran letras, es decir, graffiti writing tradicional, más allá de la famosa cuota de confusión entre lo legal y lo clandestino. Manipulé estas letras en pos de traerlas al mundo de las tres dimensiones utilizando hilos de lana en vez de pintura. “Traces” inició como un experimento y derivó en un relato. En ese momento vivía en Francia y mi intención era unir simbólicamente con hilos la ciudad de Buenos Aires con Paris. Realicé instalaciones en espacios públicos y privados: casas abandonadas, una estación de la línea B, una plaza, un pasaje sin salida, el aeropuerto de Ezeiza, el pasillo y el baño del avión que me llevó a Francia y finalmente una galería. El resultado fue una serie de fotografías que muestran el proceso de trabajo y una instalación in situ.
“SURF 2012” es otro ejemplo, una exhibición en la que afloró mi obsesión por los terrenos baldíos y un imaginado fin del mundo en el 2012. La muestra estaba compuesta por fotografías de espacios derrumbados, pinturas sobre pared, performances y una instalación realizada con materiales encontrados: escombros, cartones, durlock y basura inorgánica. El caos que reina afuera se reorganizó de otro modo dentro de una galería.
Una de las cosas que aprendí en el tránsito que enunciás se relaciona particularmente con la amplitud de contextos, personas e intereses. Con el tiempo fui aceitando el diálogo entre los lugares de pertenencia. Aprendí a desenvolverme para poder entrar y salir y es ahí donde encuentro la riqueza: del taller a la calle, de la galería a un espacio abandonado, del museo a unas vías del tren, de un techo a un túnel, del centro a la periferia y viceversa. La mayoría de las veces estoy más atraído por la experiencia que por el resultado y de la posibilidad de vivenciar ese pasaje.
«La mayoría de las veces estoy más atraído por la experiencia que por el resultado y de la posibilidad de vivenciar ese pasaje» ― Jorge Pomar
Como contaba unos renglones más arriba mantengo encendido el fuego de mi origen. Deposito mucha confianza en esa chispa. Cuando estoy perdido o desmotivado, vuelvo ahí: es un lugar que no falla. No tiene que ver específicamente con la obra, sino con todos los procesos previos y posteriores. Pintar en la ciudad amplió mi horizonte, me empujó a conocer el territorio donde vivo y jugar con los parámetros urbanos. Veo un campo de exploración super vasto en el que permito moverme con mucha soltura. A veces me siento en un juego de Mario Bros: opero en muchas direcciones y niveles, camino, circulo, entro, salgo, observo, trepo, registro, investigo, largo, etc. Es una forma lúdica e infantil, despojada y desprejuiciada, sin caer de lleno en la estupidez porque el riesgo está siempre a menos de dos metros.
Pienso que apropiarse de la vía pública es tomar una posición política, ya sea con una pintura, una muestra, una pieza de teatro, una perfo, una mini-rave o hasta andando en bicicleta. La ciudad es el espacio que habitamos y es nuestra responsabilidad hacernos cargo de él, estar ahí presentes, circulando, haciendo cosas (no cualquier cosa), ocupándolo y espero con muchas ganas que algún día sea sin miedo, pero sin miedo en serio. Creo que la utopía de la ciudad neutral, limpia y aséptica que el poder hegemónico vende es una ciudad sin vida, dormida, regulada, peligrosa, o peor dicho, habitada por individuos alienados y mecánicos. Creo que es importante cuidarla, jugar con ella y evitar que se convierta en un lugar gris y vacío.
5 personas/artistas/pensadorxs/movimientos que HOY capten tu atención y resuenen en tu trabajo.
¿Cinco? Imposible. Puedo contarte que son mis amigxs lxs que siempre captan mi atención, los que entran en mi primer o segundo anillo del radar. Son miles. Aquí van un par: Vos / Rodrigo Rodriguez / Christian Riffel / Julián Pesce / Sebastián Roitter / Yannick Du / Plessis / Natali Aboud / Denise Groesman / Francisco Vazquez Murillo / Felipe Alvarez Parisi / Andrés Gorzicky / Francisca Amigo / Dana Ferrari / Mayra Vom / Carolina Martinez Pedemonte / Nina Kunan / Mía Superstar / Bart Network / Nati Cristo / Paloma Violeta Gonzales Santos / Santiago Villanueva / Guido Contrafati / Santiago Orti / Daniel Leber / Nina Kovensky / Valeria López Muñoz / Max Gómez Canle / Los Caballos / Nicolás Romero / Franco Fasoli / Francisco Diaz / Grupo DOMA / Yuyú Puleston / Julia Sbriller / Roberta Di Paolo / Maruts Ballet / Mauro Cruz / Cotelito / Celina Eceiza / UV Studios / Jair Jesús Toledo / Maruki Nowacki / Sebastián Acampante / Pablo Gonzalez Diaz Pachecho / Marcher / Arrant / El Tono / Momo / A.D.E.D. / Hyuro / 0331C / Past 1912 / Joaquín Motor / Pablo Harymbat / TRImarchi / Orco Videos / Clix / Muveo / Strictly Jaz Unit / David Petroni / Pol Corona / Mart Aire / Pedro Perelman / Gordopelota / Cisco Merel / Juan Ignacio Zevallos / Simetría Doméstica / Maru Salemi / Club Del Prado / Ediciones El Fuerte / Antonin Hako / Lara 91k / Alberonero / Oliviero Fiorenzi / Tybet / Tellas / 3TTman / Altrove Project / Canemorto / Hernán Paganini / Zosen / Mina Hamada / Nelio / Robi Alfano / Ekta / Moria Galería / Migra / Feria Paraguay / Microutopías / Pipoca / La Baranda Galería / Diana Aisenberg / Diego Bianchi / Ad Minoliti / Mariela Scafati / Vicente Grondona / Paul Loubet / Escif / Ampparito / Nicolás Alfalfa / Kevin Kemter / Vincent Grunwald / AKV Berlin / Revista Jennifer / El Flasherito / Javier Abarca /
Un aspecto que me resulta muy interesante de tu obra es cómo extraés la composición y construcción de símbolos patrios y fronterizos, como son las banderas, y las resignificás en tus trabajos (de pintura mayoritariamente) y en algunos casos, el asunto político queda más subyacente y en otros reluce. ¿Por qué tenés este particular interés por las banderas? ¿Qué otros elementos icónicos hay y que te interpelen como dispositivo válido para instrumentar?
En el 2014 empecé a recibir invitaciones de distintos proyectos a nivel nacional e internacional. La mayoría eran para hacer obras de pintura o exhibiciones. Entonces, le hice creer a mi cabeza que si empezaba a trabajar con banderas iba a viajar más, como un acto de auto-psicomagia. Y así sucedió! Conocí más de veinte países en los últimos seis años.
Ahora, se me llena el culo de preguntas sobre el mundo de las banderas – valga la redundancia -, las combinaciones de colores y las apropiaciones de símbolos del cosmos. ¿Por qué nos adueñamos de lugares tan lejanos, que nadie conoce, para recrear y sintetizar íconos a medida de nuestros egos y pretensiones? ¿De qué modo operan los colores como símbolos para encauzar enfrentamientos o alianzas? ¿Por qué el rojo es uno de los colores más utilizado en el diseño de banderas? ¿Cómo se percibe un color determinado en una cultura sudamericana, en una de Medio Oriente y en una del Cáucaso?
Desde un aspecto formal pienso que las banderas desbordan belleza. Hay algunas que tienen unos diseños increíbles, como la de Kiribati o Islas Seychelles. Presentan una fórmula cromática hiper saturada y unos bordados de precisión vectorial, son suaves al tacto, te pueden abrigar y hasta quizás, unirte por unos instantes con otrx.
Desde mi punto de vista, cuando pienso en una bandera veo una ficha de juego, un módulo o un elemento para jugar como si fuera una carta. El lado A exhibe colores y símbolos que representan triunfos, mitos, tradiciones, historias basadas en utopías o hechos reales: el lado bello, ganador y superficial. El lado B, que no sería la cara de atrás, es un fantasma, un espectro inmanente que tiñe la tela de manera invisible, opacando procesos históricos de división, guerras y destrucción.
Hay otros elementos icónicos que me interpelan para condimentar la misma olla: smiles, armas, monedas, multinacionales, marcas de moda, caras sonrientes de líderes políticos, espejos deformes que reflejan imágenes dudosas. De ahí sale un plato confuso y feliz, lleno de colores. Después hay que ver si lo digerimos y si llegamos al postre.
Puedo ejemplificar dos usos distintos en relación a mi obra:
– La serie “SMILE OR DIE” nace en 2015 como una investigación sobre el negocio de la guerra, un tema muy grande y opaco. Me aferré al color y a la sonrisa como gesto para escudarme de tal oscuridad y abrir posibilidades de juego.
Investigando distintas fuentes llegué a un número aproximado de la inversión anual en esta industria: $1.800.000.000.000 – un billón ochocientos mil millones de dólares – una suma casi impronunciable, una idea abstracta. Mentalmente, ¿cuánto lugar ocupan todos estos ceros? Físicamente, ¿cuánto lugar ocupa toda esta guita? Imaginé esta cantidad de ceros y les dibujé unos ojos y una sonrisa. Intervine las banderas de ceremonia de los países más pudientes con parches cosidos de smiles y logos de empresas productoras de armas. Repliqué en cerámica esmaltada las armas de fuego más populares producidas en estos países. Asimismo, hice platos en cerámica con los rostros – sonriendo – de los líderes políticos que vinieron a Buenos Aires para la cumbre del G20. Y por último produje “Trece cifras”, un medio-metraje con material filmado en distintos viajes alrededor del globo. “SMILE OR DIE” toma una posición política, apoyándose en la banalización del mal desde un aspecto lúdico, casi bordeando la ironía.
-“Schody do słońca” (Escalera al Sol) es un mural de 13 x 36 m situado en Gdansk, Polonia. Seleccioné 20 banderas que poseen el símbolo del Sol y dibujé una escalera. Aquí el asunto político queda más subyacente y resignifico un punto de vista relativo al diseño.
Existe algún tipo de metodología específica en la construcción de tus obras? Pensás tu práctica de vida y tu obra en conjunto o como una misma cosa?
La improvisación es un aspecto que me entusiasma. Intento dejar un margen para que aflore algo que venga de ese lado. Respecto a la metodología, en algunos proyectos para espacio público me interesa jugar con el color y la arquitectura que rodea el hábitat. En otros casos realizo un estudio previo del lugar, el contexto y algunos aspectos históricos para señalar un punto de interés. Como enunciabas en tu pregunta anterior, en el primer caso el color y la forma relucen y otras veces reluce el asunto político. De todas formas, considero en vano dividir la idea de modo binario: por más subyacente o reluciente que sea, si voy a trabajar con banderas la obra ya va a hablar de un asunto político.
Otro aspecto que reconozco como parte de mis procesos es la escritura. Muchas producciones están acompañadas por textos personales o de amigxs que contextualizan una idea, una intención o una historia para contar. Durante el proceso de trabajo hay muchas influencias en circulación: pintar en la calle es un imán de situaciones. Implica estar anclado a un lugar durante un tiempo determinado, reconociendo el territorio, comiendo, descansando, limpiando las herramientas de trabajo, subiendo y bajando de una grúa o un andamio e interactuando con todos los personajes que circulan alrededor. Se desarrolla una pieza de teatro, una zona autónoma temporal, donde el escenario es la pared y el público contempla de modo pasivo. O bien puede encarnar un rol y entrar en escena. Este detalle es una influencia y puede resultar interesante metabolizarlo. Es en la experiencia y los procesos donde reside una parte fundamental de la riqueza y del aprendizaje.
Un ejemplo es “Play the game 1”, un mural en Mostar, Bosnia-Herzegovina, sobre el que escribí un texto a partir de las vicisitudes que surgieron durante la producción. Durante el cuarto día de trabajo se armó una discusión entre lxs vecinxs del barrio. Unxs argumentaban que no les gustaba la combinación del rojo y el azul. Otrxs estaban enojados por la presencia de unos cuadrados blancos y negros. Y otrxs se volvieron locxs porque estaba pintando unas estrellas amarillas. Fueron horas de discusión entre varias personas que se iban acercando al muro para opinar. Al margen de la confusión lingüística, terminé preso en una comisaría durante una jornada por otra confusión. Al día siguiente terminé la pintura y seguí viaje para Rusia. Días más tarde recibí un mail de la directora del proyecto con una foto de la obra, en la que pude observar que alguien se tomó el trabajo de pintar unos círculos y unos triángulos amarillos perfectos – el mismo tono de amarillo que había utilizado – sobre unos cuadrados negros en la parte de abajo del mural. Esta persona podría haber escrito un insulto, tachado o borrado una parte de la obra. Sin embargo, decidió reproducir elementos geométricos que ya estaban presentes. Entonces aquí surgieron más preguntas: ¿cuándo queda terminada una obra en el espacio público? ¿A quién le pertenece? ¿Al artista que la ejecuta? ¿A lxs habitantes del barrio que la viven diariamente? ¿A lxs que la modifican a través del tiempo? A todxs juntxs?
Intento pensar mi práctica de vida y la obra como una misma cosa. No tengo idea dónde me lleva esto pero al menos me divierto y aprendo cosas en el transcurso.
Publicaste con Bucle Editorial tu primer libro titulado «SMILE OR DIE» que es un ensayo fotográfico que recopila imágenes del ícono smile en diferentes formatos. ¿Cómo surgió este proyecto? Considerás que el imperativo alegría opera de un modo totalitario sobre las emociones en los tiempos que corren?
Creo que un sistema totalitario y una manera de educar nos obliga a muchas cosas, puntualmente a ser felices. Sin embargo, en el lado B de nuestro interior, en las profundidades, pasan millones de otras cosas que escapan a esta agenda.
Durante el 2012 comencé a prestar atención a la proliferación del ícono smile que empezó a conquistar muchos espacios cotidianos: el celular, las bolsas del super, una remera, un tatuaje, un sombrero, un aviso publicitario, es decir, objetos de consumo. Comencé a fotografiar estas sonrisas a tal punto de crear un gran banco de imágenes. Luego lo organizamos con mi socio de Bucle Editorial para lanzar la primer publicación y nació el libro “SMILE OR DIE”.
En relación a la pregunta sobre el imperativo alegría, creo que la felicidad del siglo XXI, al menos en Occidente, podría representarse con uno de esos memes starter-pack que dan vueltas por las redes. ¿Qué incluye? Un celu última generación, unas zapas Nike flúo con una linda plataforma, unos tatuajes de plantas o serpientes, flujo constante de nuevos seguidores en tu red social favorita, una caja de Marlboro (light), una cuenta de Netflix prestada, una gorra con visera, un café XL de Starbucks, una riñonera colorida y explotada de estímulos, esperar ansiosx las reacciones de tu posteo de 10 selfies sonriendo con el Instagramer del momento convencidisimx de que es Dixs, y por último, que llegue rápido el finde para romperte la cabeza.
Son elementos atravesados por el consumo. No estoy diciendo nada nuevo y yo no estoy exento de esta fórmula. Intento estar alerta, muchas veces sin éxito. Entonces me pregunto, ¿si no consumo, accedo al Jardín del Edén Aséptico de la Alegría?
Supongamos que compro el starter pack entero y voy a la puerta del Jardín. Claramente, no todos entran. Es como la fila de ese boliche de moda clasista donde seleccionan a la gente. En la entrada hay seguridad privada y posnet para pagar el ticket de ingreso con tarjeta porque no aceptan cash. Imaginemos que entro al Jardín del Edén Aséptico de la Alegría. ¡Alegría! En vez de que el gift-shop esté en la salida, todo el Edén es un gift-shop. Me compro una remera batik de colores pastel con un smile bordado a la altura de la teta izquierda, unos anteojos con filtro UV 400 ovalados de los ´90, una hamburguesa y una coca (light) en vaso grande. Me paseo en soledad por el mejor lugar del universo, aunque hay un olor horrendo porque un río contaminado bordea el predio por atrás.
Miro a la gente ultra excitada, en modo exteriorización excesiva cual casino de Las Vegas o el Parque de la Costa en su esplendor, obnubilada por las luces de colores y el brillo de las máscaras venecianas que cubren los rostros del personal que trabaja en el Edén. La baranda nauseabunda se mezcla con olor a algodón de azúcar, popper y asado. En un momento me percato de ese sentimiento de angustia y tristeza que me oprime el pecho desde hace unos meses pero que ignoro por completo, como cuando un mendigo te pide una moneda en la plaza. No sólo lo ignoro, sino que lo tapo con otra hamburguesa, esta vez doble cheddar, triple pan, cuádruple carne. Entro a la pista de baile. No hay DJ, sino máquinas que reproducen tracks del pasado cuando insertás crédito, una rockola bolichera digital. Hay máquinas de humo, sistema láser y suena al mango lo último del K-Pop mexicano. Todxs bailan solxs, con los ojos cerrados, mirando sus celulares. Nadie habla y nadie se toca. En la barra me embadurnan con glitter, me compro una pasti color rosa made in China y en menos de 10 minutos entro en el flash. A la hora otro sentimiento ignorado de mi pasado golpea mi estómago y lo esquivo tragando otra pasti celeste. Bailo como loca, me fumo el atado de veinte en una hora y la paso bomba. Mis tripas también.
Salgo del boliche y voy a relajarme al spa Miami Sun. Me internan en una cama solar con música de Brian Eno para bajar del delirio pero me está empezando a pegar la pasti celeste. Entro en pánico y le comento la situación a una supervisora de la que sólo puedo percibir unos ojos tristes a través de la máscara turquesa que le cubre la cara. Me dice “tranquilo, en el Edén todo lo que vos puedas pagar es posible” y me inyecta por intravenosa un suero marca Roche. Posiblemente contenga algo que se pronuncia con z, x o termina en il. Entro en sueño profundo pero mi corazón ya no sabe para donde ir, si al palo o a paso de tortuga. Sueño que soy un delfín. Nado con mis amigxs en aguas templadas del Océano Índico. Largo chorros de agua fosforescente por la boca y me muevo con agilidad. De repente, una red me atrapa y aparezco descuartizado y cocido en muchos filetes de distintos tamaños sobre varios platos de cerámica en un restorán de Tokyo. Me despierto sobresaltado, bronceado como Luis Miguel y un poco angustiado. Mi corazón estalla pero pienso “uy, qué bueno que soy humano y no delfín”. Todavía tengo algo de crédito en la tarjeta Sacoa para comprar otra hamburguesa pero por una extraña razón esta vez tengo antojo de comer pescado. Llego al patio de comidas mientras me fumo un porro que compré a la salida del spa. Es la marihuana legal de laboratorio made in California, la que todxs siempre quisimos probar! Mi cabeza es una licuadora pero dale que va, la vida es una sola, sonreír o morir. Vuelvo a casa en Uber, destrozado, solo, vacío pero feliz… ¿Feliz?
Escif hizo una obra sobre una medianera de 8 pisos en Valencia donde se ve una mano con un celular y se lee un mensaje de texto: “La vida es otra cosa”.
Dentro de esta fórmula del consumo ansioso y la alegría impuesta me pregunto cómo operan nuestros vínculos de carne y hueso, nuestras miserias reprimidas, la sorpresa y el misterio que nos rodea, especialmente hoy en el 2020.
Contanos de qué va Bucle Editorial. ¿Con quién lo llevás adelante? ¿Cuál es el objetivo? ¿Existen planes que se puedan develar en este futuro incierto?
Bucle Editorial nació en 2015 en Buenos Aires junto a Sebastián Roitter. Editamos y publicamos nuestra obra así como la de otrxs artistas. En todos los proyectos colaboramos con amigxs.
Durante el mes de septiembre lanzamos nuestro sitio web. Ahora estamos trabajando un libro con material fotográfico de Brad Downey, Franco Fasoli y tuyo.
Por mi lado, desde el 2010 que estoy explorando, fotografiando y escribiendo para publicar un libro sobre lugares ocultos de Buenos Aires, cómo los túneles que recorren el centro porteño, techos de edificios, monumentos olvidados, espacios abandonados y los bordes del Río de la Plata y Riachuelo.
Al igual que todxs, seguro que estas preguntas te agarran en plena cuarentena por la pandemia del COVID-19. ¿Cómo estás atravesando estos días tan extraños? ¿Podés figurar una opinión al respecto?
Empecé a redactar estas respuestas a fines de marzo. Hoy es 12 de Octubre. Borré y reescribí las respuestas mil veces. Como comentaba en la respuesta 1, soy lento, disperso e insistente.
La verdad es que tengo el cerebro frito. Estoy triste, alegre, angustiado, perdido, agradecido, desganado, enérgico, bipolar. Hay días que tengo mucho foco pero la mayoría es estar flotando en el aire. Esta oscilación es un claro reflejo de la incertidumbre.
Cuando empezó la cuaresma intenté adoptar algunas costumbres para atravesar los días, con muchos fracasos en el transcurso: yoga, vino tinto, dejar el celu lejos, apagarlo los domingos, dormir pegado al celu, hacer listas de las cosas que quiero hacer y después no hacerlas, seguir estudiando, leer y no poder avanzar ni dos páginas, andar muy lejos en bicicleta, fumar mucho porro, hablar con amigxs, estar solo, enroscarme en mi cabeza, llorar y reírme de cosas muy boludas.
Hay momentos muy puntuales que rescato:
-el día 38, en un estado de ansiedad por la imposibilidad de pintar afuera, me puse a pintar el techo de mi casa. Escribí “HOLA” con letras gigantes y debajo mi dirección de mail. Días más tarde empecé a recibir mensajes anónimos y fotografías desde distintos ángulos. A partir de ahí se construyó un diálogo con vecinxs del barrio que no conozco personalmente.
-“Fiebre” y “En casa” son dos videoclips de Lara91k filmados por Orco Videos y producidos por Clix / I NEED SPONSORS en Casa Omar. Trabajé la escenografía y ambientación junto a Ana Rodriguez. Fueron dos excelentes oportunidades para experimentar el cruce de lenguajes.
-durante el fin de semana largo del 25 de Mayo hice un retiro de silencio y meditación de tres días. Apagué el celular, no tomé vino, no fumé porro, no miré noticias, tampoco leí, ni dibujé, ni hablé con el mundo exterior. El último día, en una meditación a las siete de la mañana, volé. Fue tan alto el viaje que llegué a olvidar la existencia de la pandemia y todas las palabras que replicamos hoy: virus, barbijo, policía, zoom, terraplanistas, rebrote, Larreta, Michael Jordan. Con un poco de voluntad pude resetear en tres días una parte de mi sistema interno. Luego volví a ser la misma persona mecánica de siempre pero con una experiencia distinta.
-el 11 de de Octubre realizamos “Punto de encuentro”, una muestra junto a Julia Sbriller, Roberta Di Paolo, Maruts Ballet y David Pitucardi en una plaza escondida en los bosques de Palermo, ubicada entre la zona del Museo Malba y el Planetario. Las obras estaban montadas sobre las ramas de los árboles y ocultas en distintos recovecos. El espacio está encapsulado por dos paredes que parecen de fines del siglo XIX y una de ellas tiene tatuadas cientas de inscripciones, dibujos y firmas anónimas. Ofrecimos distintas herramientas para que el público escriba y dibuje sobre los muros. Esta expo fue una invitación abierta que sirvió de excusa para reencontrarse luego de tantos meses.
En esta pandemia que a muchxs nos toca vivir por primera vez, me pregunto si lxs artistas vamos a ser necesarios, o mejor dicho, existir en el mundo post globalista que viene. ¿Qué pensás del futuro? ¿Qué pensabas del futuro en marzo? Singular y/o colectivo, como quieras.
Ni idea el futuro, por ahora lo veo opaco. De todas formas, ¿Cuándo no?
En marzo tenía armado un cronograma que se desplomó en un suspiro. Pintar un mural en Patio del Liceo, hacer una muestra colectiva en Munar, participar en una feria con Quimera Galería en Moscú y continuar con la fiesta Hogar. Sigo pensando que tarde o temprano estos proyectos se van a ir concretando, es una forma de mantener en alto la esperanza.
Lo que más extraño es ir a bailar, encontrarme con varias personas en un mismo día, sorprenderme con una muestra, aburrirme en una obra de teatro y encauzar la deriva en una ciudad en circulación constante. Pero puntualmente lo que más extraño es el encuentro con otrxs, los abrazos y los mimos.
Yendo a tu pregunta, ¡claro que lxs artistas somos necesarios! Por lo pronto, somos muy necesarixs para otrxs artistas, para leernos, entendernos, escucharnos, comunicarnos y bancarnos. Me parece importante remarcar que nosotrxs somos lxs que nutrimos este micro mundo de fantasía y expansión.
Hace un tiempo escuché una entrevista que Leandro Ibarra le hizo a Alejandro Ross. Discutían con asombro sobre lo inédito y especial de este momento, sobre cómo poder comprender algo de todo esto y capitalizarlo. Para no volverme frívolo ni caer en respuestas automáticas que repliqué sin saber, lo que me deja un poco en paz es recordar que, como todo en la vida, todo pasa.
Voy a seguir pintando y haciendo cosas con otrxs, de esto no tengo duda alguna. Y hoy en el 2020 creo que tenemos que estar haciendo más cosas en la calle: una pintura, una muestra, una pieza de teatro, una perfo, una mini-rave, escribiendo las paredes o simplemente permaneciendo.
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Entrevista por Elian Chali
Imágenes cortesía de Jorge Pomar
Para ver o saber más acerca de Jorge Pomar ir a:
Sitio web / Instagram / Bucle Editorial
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