Esta serie de trabajos forman parte de un ejercicio mayor, cuyo objetivo es reapropiarse del pasado a través de la fotografía. El trabajo se da sobre el ámbito de la memoria, el pasado y la narración. Ninguna imagen nos dice nada hasta que la interrogamos, y cuando lo hacemos, nos podemos valer de cualquier cosa: una simple mirada pasajera, una nota al pie, como una tijera o, como yo he elegido, interviniéndola activamente, desarmándola y volviéndola a armar digitalmente.
Cuando le preguntamos a una imagen qué tiene para decirnos, no podemos evitar armar una ficción en torno a dicha fotografía. Hasta la fotografía más abstracta nos comunica un sentimiento que se encarna en nuestro propio imaginario, ya sea bien a través del uso de la memoria o sólo de la pura imaginación.
Las fotografías, al igual que las palabras, pueden estar revestidas de muchos significados. El problema es que, a diferencia de una palabra, cuyo significado podemos deducir del contexto de uso de la palabra, la fotografía vuela libre: significa aquello que remita a una persona particular, sin lazos determinantes provenientes de un contexto.
Esta idea no es nueva (la misma se puede retomar a autores como Barthes o Benjamin), pero es la piedra angular de lo que busco: explorar la capacidad plástica que tiene el objeto fotográfico para irse de cualquier contexto original. Una buena fotografía puede contar una o mil historias, pero unas sucesiones de imágenes en movimiento construyen significado de una manera completamente inédita a partir de esa sola imagen.
Por otro lado, elijo como medio el formato .GIF por su maleabilidad y su amplia difusión. Como repositorio es versátil, es fácil de subir a cualquier plataforma y de compartir en casi cualquier medio y, además su uso es muy popular. La idea de que una pequeña narración, un pequeño suceso que se abra a múltiples interpretaciones y que se despliegue sólo en segundos, y a la vez en un loop cuasi eterno, es simplemente abrumadora.
Para la elección de estas obras presentadas para SUBTERRANEO utilicé material encontrado, tanto propio como de amigos. Estas fotografías funcionan como disparadores de posibles historias: onírico, surrealista, o crítico, haciendo uso del glitch fuera de las fronteras del error. Creo-y es mi deseo- que la gente sea capaz a través de las herramientas digitales de apropiarse del pasado común y generar nuevos, múltiples relatos que reconstruyan y revivan la memoria- tanto colectiva como personal. Se trata de que este tipo de ejercicios nos permita volver hacia nosotros mismos, y echar luz a ese abismo penumbroso que es la memoria.
