COBRINHA

Conversaciones de amigos.

Hay un tema que cada tanto sale en charlas con amigos. Tiene que ver en cómo el mudarse de ciudad despierta grandes cambios dentro y fuera de uno. Paso a explicar, Trystan Bates es un artista y curador (amigo de la casa) que cuando estaba en New York (ciudad en donde vivió muchísimos años) solía -entre otras cosas- hacer ilustraciones como esta. En cambio, cuando llegó a Buenos Aires descubrió algo en sus calles y terminó haciendo –entre otros estilos- pinturas como esta.

El cambio, como pueden ver, es abismal.
Algo parecido es lo que nos sucede cuando vemos el trabajo de Cobrinha. Quien luego de varios años de transitar un camino de dibujo con paradas en lugares como A, B y C, logró lo que muy pocos artistas pueden hacer con naturalidad: cambiar completamente de estilo.

¿Y qué se necesita para cambiar de estilo?

Digamos que no mucho: tiempo, cabeza, y corazón al trabajo que uno hace tal vez.

Horas de vuelo y práctica dirán otros.

¿Aburrimiento?

SÍ, claro que sí. Pero también es cierto que hay un dato que es todavía más profundo. Y tiene mucho más que ver con algo interno que sucede dentro de nosotros mismos que con el dominio de una habilidad técnica u expresión.

Dicho en criollo, tiene que ver con ser capaz de cambiar uno mismo.

La lógica sería la siguiente: primero se produce un cambio interno y luego así se cambia de expresión. Por eso justamente es que es muy difícil lograrlo. Por eso es que muchos artistas nunca dejan atrás una línea de trabajo (o por más que lo intenten, no son capaces de borrar completamente sus huellas).

Porque como dirían uno de esos jedis de la espiritualidad al mejor estilo Carl Jung, la creación también es parte de un viaje personal, también es dejarse llevar por la experimentación y dejar que el trance creativo nos lleve a lugares inexplorados, a lugares a donde nunca antes hubiéramos podido llegar.

Y para hacerlo bien, primero es necesario dejar atrás varias cosas.

Y una de ellas refiere a la valija más pesada que todos cargamos: el mismísimo ego, aquel gran enemigo de la creatividad que se aferra cada vez que puede.

El ilustrador francés Moebius también hablaba de esto cuando comentaba sobre sus procesos creativos y sobre sus cambios de líneas y trazos. Para él, cuando alguien dominaba una nueva técnica, se relacionaba con la idea de que lo que evoluciona no es la línea de dibujo, sino más bien la persona que está detrás de ella.

Ahora se viene el bolazo nerd de la nota, y por eso voy pidiendo disculpas adelantadas (el que avisa no traiciona dicen por ahí) ¿Pero vieron cuando Gandalf el Gris se convierte en Gandalf el Blanco? Bueno, algo así también sucede con los procesos creativos. Hay un momento en que uno deja de ser quien es para pasar a ser alguien mejor, con más luz, como el renovado trabajo de Cobrinha.

Sobre Cidade

¿Y de qué se trata este anunciado viaje? Bueno, véanlo ustedes mismos. Se trata acaso de pequeños pictogramas fragmentados y divididos en fachadas de edificios, iglesias, cúpulas antiguas, calles transitadas, fábricas abandonadas y todo aquello que uno pueda percibir de sus extrañas y meticulosas composiciones.

El tamaño de la mayoría de sus obras rondan entre los 35 cm y 40 cm, es decir, de escala pequeñamente mediana. Y esto no lo digo como algo negativo, todo lo contrario. Porque cada centímetro de la hoja está pintado con una precisión que asombra. Más teniendo en cuenta la diversidad de gestos gráficos que conviven en cada pieza.

En parte la inspiración de Cidade viene de momentos que ella misma vio y respiró en su Rosario natal, pero también hay algo de su actual Buenos Aires que recorre en bici o cada tanto en skate o subte. Londres también aparece en una tonalidad que sólo ella puede adivinar.

Y seguramente también hay algo del colorido Río de Janeiro, de Medellín, como también porque no, algo de la ciudades que ella misma imagina, inventa, recorre y respira desde el interior de su propio taller, donde pinta casi todos los días, con la ventana siempre abierta, para dejar que entre la luz.


Por Juampi Andrade
Imágenes cortesía de Cobrinha

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