CABALLOS EN LA NIEBLA

CONTRA-CULTURA FANZINE

por Marcio Parks y Juan Cruz Molas y Molas

29/9/16

La Semana Intergaláctica del Fanzine (CTRL-P) que se llevó a cabo en la ciudad de Córdoba del 9 al 14 de este mes, en el centro cultural Casona Municipal dejó efectiva la propuesta de un movimiento que significa  la prueba irrefutable que existe una manifestación de fe en nosotros mismos, el punto de convergencia de cientos de líneas, una educación emocional para los niños, un festival de publicaciones auto-gestionado. El mundo del fanzine sobrevuela el imaginario colectivo, una fiebre cerebral, un fenómeno psicológico que crea y proporciona un mundo con sentido, de almas hasta entonces desconocidas, sentimentales y acosadas por una afición fuera de lo común, dentro de la esfera de circulación… creando en cualquier caso, un mundo paralelo.


Los grupos literarios del siglo XIX en los Estados Unidos, que se formaron en asociaciones de prensa de aficionados a la difusión de colecciones de ficción, la poesía y el comentario, tales como H. P. Lovecraft, dieron orígenes de publicaciones "fan" de aficionados,  prensa o rotativos no profesionales producidos por seguidores de un fenómeno cultural particular (como puede ser un género literario, musical, plástico, de historieta o diseño), por ejemplo Lovecraft cultivó asimismo la poesía, el ensayo y la literatura epistolar. Se le considera uno de los autores más influyentes del siglo XX en el género de la literatura fantástica. Estas publicaciones se produjeron por primera vez en las pequeñas prensas de impresión de sobremesa, a menudo por estudiantes y héroes de la poesía lírica. Una cultura literaria que venía para sacudir los lugares comunes de la propaganda o los prejuicios y descuidos históricos de cierta crítica conservadora, un medio de comunicación alternativo y de subcultura que actúa como plataforma de nuevos discursos sociales. Una especie de prontuario para la gente, por decirlo de algún modo, al día.

Ya hace más de treinta años que salió el primer número de Crash!, primer fanzine sobre historieta de Argentina. Desde entonces,  este tipo de publicaciones han contribuido en buena medida al desarrollo del comic argentino tanto en lo creativo como en lo relativo a su circuito industrial y comercial. Sin embargo, aún hoy se sabe poco (y menos aún, se aprecia) de la historia y desarrollo de los fanzines de historietas argentinos. Estos movimientos aceptados por la crítica a gran lentitud son acogidos con severidad, como los primeros intentos de todos los escritores que abrieron una fisura en tradiciones literarias y arraigadas en la historia. La explosión que acogió la aparición del fanzine fue digerida como un fenómeno curioso, se habló de desgramaticalización y de prosa descompuesta, de verbosidad y de antipoesía. 

“La verdad yo me inclino más al fanzine gráfico… y llegué ahí como medio de expresión nomás… en un contexto de visualización de ideas y no tanto de difundir información como es el caso de otros miles de zines. Solamente para explicarte mi caso. El fin social exacto no lo sé, pero sí sé que es algo que tiene que ver con hacer cosas y difundir no exactamente información sino la acción de la autopublicación. Con respecto a la tecnología, si los fanzines no se perdieron hasta ahora pienso que tenemos varios años más de ferias, papel e intercambio. Para mí el valor primordial es la actitud de la autoedición… es lo más lindo ver personas que se juntan y sacan una editora nueva para hablar o dibujar o mostrar sus intereses sin la necesidad de alguien que venga y los venda. El movimiento en las ferias, hacer que alguien elija regalar un fanzine de fotos por ejemplo en vez de un libro, el intercambio, y todo lo que genera la autogestión… es lo principal.” — Debora, de Ediciones de Cero y fundadora del Buenos Aires Fanzine Fest, para SUBTERRANEO MAG.

Buenos Aires Fanzine Fest.

SUBTERRANEO rescata en rigor la cultura del fanzine.

En Argentina tuvo su máximo apogeo a mediados de los 90, se editaba mayormente en papel fotocopiado, trataba de dar cancha a los grupos en general, además de generar críticas ácidas, cómics, y demás asuntos subalternos… eran distribuidos por las grandes capitales.
Creció con el boom del underground, la gente se interesaba por la escena que no aparecía en los canales normales y buscaban nuevos matices e ideas a través de otros medios, fanzines o distribuidoras, siempre autofinanciados, cuyo fin es meramente expresivo como iniciativa contracultural.

"Los fanzines circulaban a 25 centavos (las fotocopias en cantidad salían 0,03) y militaban la lucha antiminería, la mapuche, la liberación animal, el veganismo. La cultura hardcore-punk no era solamente una escena del rock subterráneo o un recital para escuchar la música que te gustaba y poguear. Era también un espacio antisistema en el que se compartían sentires y se combatía con el cuerpo. Diego Casas tenía una cámara que llevaba a las ferias de fanzines y a las intervenciones callejeras. Junto con la editorial Tren en Movimiento, acaba de publicar el libro Otros Noventa, una recopilación fotográfica desde adentro de lo que pasaba al margen del mundo de las cuotas y uno a uno". — Fragmento extraído de LA TINTA, artículo del día 28/09/2016, "Los otros noventa".

Fotografías del libro "Los otros noventa" por Diego Casas.

Sólo después de varios años se ha ido definiendo la perspectiva histórica con la que se critica la cultura del fanzine, literatura activa y a su vez los críticos comienzan ahora a vislumbrar la posible autoctonía de un movimiento verdadero, del mismo modo que le es ajena la función política, la era digital y la maquinaria que provee las grandes industrias culturales.

Los tiempos han cambiado y vamos acelerados hacia un proceso total de cambio sin límites. Los fanzines a finales de los 70 y primeros de los 80 se cosían con grapa. Lo importante no era el continente sino el contenido. Los artículos se realizaban con máquina de escribir y no podías equivocarte porque el corrector luego se veía. La maquetación era un puzzle de cortes realizados a tijeras, acto dinámico e independiente, atormentado y metafísico, intenso y sobreentendido en el trasfondo.

Sin embargo, con la llegada de la era digital y la revolución tecnológica, el uso de las nuevas herramientas de producción provoca un cambio estructural en el medio dotándole de nuevos mecanismos, las formas de producción, la participación de la sociedad civil, los cambios en los escenarios de la política, las visiones del mundo, todo ello entró en una nueva fase. No estamos en una época de cambios, en realidad se trata de un cambio epocal, de una nueva era.

“Hago fanzines porque son un medio de expresión accesible, sin intermediarios, ni restricciones. Me resulta la forma más fácil de autopublicar material y darlo a conocer. No sé si la cultura del fanzine tiene un fin social en sí mismo. Creo que se trata más bien de muchos actos solitarios y domésticos que unidos pueden tener un fin social movilizador y de gran potencia. O sea, como acto individual no veo su potencial social pero sí llevado a instancias colectivas. No creo por otro lado que la tecnología afecte a la cultura fanzinera, sino por el contrario, creo que la explosión de información y de herramientas de diseño y edición sólo han beneficiado a los auto-editores y fanzineros. Cada vez es más accesible y fácil editar material en la comodidad de tu hogar y conocer a través de redes sociales a otros fanzineros que hagan lo mismo. Respecto a los valores, creo que lo principal que promueven los fanzines es el DIY, la noción que debes hacer las cosas por vos mismo, sin sentarte a esperar a un editor glorioso que baje del cielo a trabajar sobre tu propio material. Se promueve de alguna manera que cada uno tome la riendas de sus proyectos hasta llevarlos al papel.” — Luciana Holograma, fundadora de Fanzine Time y coordinadora en Ctrl P, para SUBTERRANEO MAG.

Lo que es moda, luego muere y resucita después de un tiempo en forma de culto, y es lo que sucede con el fanzine según nuestro análisis.

Pero ellos están ahí, de pie, sin ayuda de filtros contra una habitación que se derrite bajo el calor de sofás anaranjados, paredes color lavanda y sillas de estrellas de cine a rayas crema y menta, perdidos en medio de hoteles y cúpulas. No hay guión para los amantes del papel, los irreductibles y embelesados amantes de esos objetos imperecederos.

Sin embargo en muchos aspectos reconocemos implícitamente que su hora ha llegado, que la historia es en eso ineludible y que la sustitución de los soportes ha ocurrido en contra de la voluntad de gente dispuesta a rendirle una muestra de amor y respeto, como sucede con los habitantes del mundo fanzine. No cabe duda, tampoco, de que la internet puede propiciar formas de reactivación del uso y el comercio de los fanzines, como demuestran los festivales Buenos Aires Fanzine Fest y Ctrl. P, ejemplos bien conocidos en los que se pueden decidir en cualquier momento que un contenido en formato nativamente digital se encarne, para su placer y uso, en papel. Tampoco será una anomalía que se pierda el romanticismo de los amantes de los libros, fanzines, diario, etc., que en el fondo y a veces de manera vergonzante, muchos siguen prefiriendo, y podremos incluso destacar y hacer sobresalir las cualidades que el papel tiene sobre otras formas de publicación y difusión (entre ellas, la de permitirnos leer sosegadamente sin necesidad de compartir nada con nadie). Y por eso está bien que nos reunamos y lo proclamemos, que ironicemos y cuestionemos la vida virtual y lo digital, porque cuando se conjetura la pérdida es cuando más se valora lo que estamos en trance de perder, pero todo tendrá, inevitablemente, ese aliento de despedida y adiós que la historia de las formas escritas de comunicación nos demuestra, con profana violencia, que sucede.


por Marcio Parks y Juan Cruz Molas y Molas

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